A la sombra oscurece antes
Nota de prensa
Nuestra realidad perceptible aumenta cuando no es demasiado de día ni demasiado de noche; el exceso de luz nos deslumbra, su ausencia nos ciega. Es en la visión crepuscular cuando el ojo pierde sensibilidad frente a los colores para hacerse más sensible a los claro oscuros. En los últimos días de verano y principios de otoño–momento en el que han sido producidas las obras de esta exposición–Miguel Marina ha observado, sin embargo, cómo a última hora de la tarde, durante breves instantes, los colores refulgen con más intensidad antes de apagarse.
Mediante un ejercicio formal, el artista quiere incidir en la cuestión de la luz y la sombra, estudiando los contrastes que ambas suscitan. En esta hermenéutica de la Pintura y bajo la premisa de poder significar sin necesidad de representar, sus obras las componen paisajes evocados, interiorización que no responde necesariamente a una vivencia previa fuera de la realización de la obra que lo ocupa. Marina se vale también de cierta retentiva relativa a pinturas clásicas, como las de Goya o Fra Angelico, obviando su carácter narrativo para centrarse en cómo los claros y oscuros forman cuerpo en el espacio del cuadro. Mediante un mismo proceso que toma dos direcciones inversas–evidenciar la luz sustrayendo materia oscura y culminar en el negro partiendo de colores claros y luminosos–el artista se mece en las fluctuaciones llegando a olvidar los motivos originarios del cuadro. Es la luz cambiante la que dictamina el devenir procesual de la obra.
Los objetos presentes en la exposición parten de un interés puramente pictórico, teniendo a la iluminación también como protagonista. La imagen de Los acuchilladores de parquet de Gustave Caillebotte reverbera en una pieza “suelo” que puede activarse a través de una relación de sonoridad con el espectador. Un “peldaño”, también de madera, denota otra referencia espacial. Haya ciertas reminiscencias en estos objetos que inviten al espectador a transitarlos, elevarse o arrodillarse, lo cierto es que funcionan, al igual que la obra bidimensional, como dispositivos que incitan al movimiento; adquiriendo en su conjunto la resonancia a un ambiente familiar, pero que en su configuración y disposición individual, impiden el acceso instantáneo a un lugar común.
Como sucede en La Guerre du feu (1982), donde los protagonistas se afanan en mantener una llama encendida que saben conservar pero no producir, con las consecuentes dudas y miedos que se manifiestan, en A la sombra oscurece antes encontramos algo parecido, una búsqueda que parte de la luz, algo que únicamente se intuye pero se escapa durante el proceso pictórico.
«Mediante un ejercicio formal, el artista quiere incidir en la cuestión de la luz y la sombra, estudiando los contrastes que ambas suscitan. En esta hermenéutica de la Pintura y bajo la premisa de poder significar sin necesidad de representar, sus obras las componen paisajes evocados, interiorización que no responde necesariamente a una vivencia previa fuera de la realización de la obra que lo ocupa»