Del disegno e del deserto rosso
Nota de prensa
Tras una serie de trabajos dedicados a la deconstrucción del dibujo y el sonido, Riccardo Baruzzi se centra ahora en la narración autobiográfica, poniendo al descubierto formas y visiones de su juventud. “Del disegno e del deserto rosso” reconstruye la arquitectura humilde y las formas artísticas involuntarias que se dan en el tranquilo paisaje de la laguna de Rávena, salpicado de capanni, unas frágiles cabañas de madera y caña, que los cazadores y pescadores decoran para matar las horas de descanso o espera.
La bilancione o padellone es una red de pesca sujeta mediante cables y poleas a una estructura de apoyo, que se alza y se baja con ayuda de cuerdas y manivelas. “Bilancione” de Riccardo Baruzzi sostiene un dibujo intercambiable con otros guardados en una caja que sirven de complemento a la obra. Red, fuente, manantial, altar, vasija: la ligereza de la “Bilancione” sugiere antiguos rituales de ofrenda, alimento y pesca.
En “Silvia”, la pintura deambula por el pinar de la laguna dentro de la mochila de una muchacha; la obra revela cómo el artista inicia su investigación en el descubrimiento de nuevos y frágiles displays de pinturas y dibujos. Ambas obras proclaman la obsolescencia de la pared y la distancia hierática del papel, el lienzo y el bastidor, con la pintura y el dibujo viéndose tocados, transportados, movidos, vividos en proximidad.
Un arlequín marino es el guardián, el genius loci de “Del disegno e del deserto rosso”. El joven pescador observa el bosque de juncos de metal: obra escultórica consistente en tubos laminados en los que el artista ha forjado una estética pictórica, manipulando los materiales humildes de chabolas y arrabales para acercarlos a un romanticismo inesperado. Algunos de los juncos se activan con unos minivibradores que golpean el metal, produciendo los sonidos metafísicos de las plantas industriales de Rávena que retratara el cineasta Michelangelo Antonioni.
La vibración regresa en “Acustê dri dri«, donde el artista yuxtapone el lienzo de un cuadro y la superficie de un tambor. Una polifonía rudimentaria narra así la proximidad arcaica y ritual entre sonido y pintura. El sonido se hunde en la pared; las “pinturas audiófilas” derivan de la investigación de Riccardo Baruzzi sobre la naturaleza material y de la presencia de estructuras fonoabsorbentes en salas de audición. Estos absorbentes acústicos se insertan en composiciones abiertas, en las que la estructura desnuda del bastidor contiene muchos de los materiales favoritos del artista: DM, tableros de madera, flores secas.
En “Del disegno e del deserto rosso” Riccardo Baruzzi se distancia de su investigación en la deconstrucción del lenguaje para construir la poética de un paisaje amado. El gesto del artista salta desde el minimalismo virtuoso de los últimos años para, contaminado por la lírica aspereza de los materiales, contarnos una historia protagonizada por la precariedad y la laguna.
Sofia Silva
«En “Silvia”, la pintura deambula por el pinar de la laguna dentro de la mochila de una muchacha; la obra revela cómo el artista inicia su investigación en el descubrimiento de nuevos y frágiles displays de pinturas y dibujos. Ambas obras proclaman la obsolescencia de la pared y la distancia hierática del papel, el lienzo y el bastidor, con la pintura y el dibujo viéndose tocados, transportados, movidos, vividos en proximidad»