Moco de caracol, enjundia de gallina, jugo verde de sapo
Nota de prensa
El título de esta muestra, la primera de José Díaz ( Madrid, 1981) en la galería The Goma, toma como referencia las palabras que Ramón Gómez de la Serna utiliza para describir la paleta de José Gutiérrez Solana, pintor expresionista madrileño que nos hizo partícipe de la percepción de su ambiente, testimonio en el que las alteraciones y mutaciones presentes en su obra generan una distorsión de la información transmitida. La visión degradada de la época, Madrid y la noche es también recurrente en el trabajo de José Díaz, donde se ha visto asediado durante este último año con un esfuerzo físico considerable. Esto se percibe en la tonalidad de sus lienzos, el ejercicio de su trazo, y sobre todo, en las formas cada vez menos reconocibles. Ahondar en la noche es metáfora de adentrarse en lo desconocido.
A pesar de esta referencia (se pueden enumerar otras muchas como Christopher Wool, Zobel, Dubuffet, informalismo español) el trabajo de Díaz no se entiende sin una necesidad o intento de emancipación de los conceptos adquiridos a través de la Historia del Arte y de la Estética. La acción improvisada fruto de vagas ideas y sonidos se vislumbra a través de imágenes flotantes que se solapan formando una superposición de significantes que mutan y se alteran en una vorágine confusa e indecible. De hecho, sus primeras pinturas parecen incluir estructuras que tienen cierto paralelismo con las mimoides, simetríadas o asimetríadas descritas en la novela Solaris. Los elementos de estas formaciones consienten un parecido difuso con algo concebible pero la conformación final nos llevan a una pérdida de información, a un terreno inexplorado. En estos cuadros, creemos poder identificar un elemento dentro del entramado de planos pero un potente seísmo no permite lograr nuestro objetivo, como ocurre con estas formaciones características del planeta Solaris que acaban por descomponerse y hundirse en la masa oceánica tras una existencia efímera.
Actualmente Díaz indaga en un proceso de síntesis, en un intento de modular en menor medida la pintura, con el consiguiente resultado más abstracto, aunque la superposición de capas sigue presente, utilizando una pintura más transparente que facilita la apreciación de la acción, pero manteniendo constante la dificultad en la acepción del signo. Sus motivos remiten a captchas (imágenes digitales que mediante su codificación evitan la intrusión de spams informáticos ya que no pueden detectar fondo y figura). Esto se evidencia de una manera más clara en Nec spe, nec metu y en M30. Así, la pintura, la superficie del lienzo, se revela como una superposición de datos que debe ser procesada. Para re-conocer y nombrar se sirve de la tecnología que aporta Internet, comparando la visión artificial que la máquina hace de las manchas de pintura con imágenes que existen en la red. Finalmente, mediante dinámicas de cuadros, el artista materializa esta investigación en libretos, un proceso pareidólico similar al ejercicio de su pintura informalista.
«La acción improvisada fruto de vagas ideas y sonidos se vislumbra a través de imágenes flotantes que se solapan formando una superposición de significantes que mutan y se alteran en una vorágine confusa e indecible»