Pinturas
Nota de prensa
Uno de los rasgos fundamentales del trabajo de Cristina Garrido (Madrid, 1986) es el de mostrar las disrupciones y potencialidad de las imágenes utilizando el remake a través de la investigación o serendipia. En su tercera exposición individual en la galería The Goma, la artista reflexiona sobre las implicaciones ideológicas en el uso del color. A través de una serie de intervenciones en una selección de obras de la Historia del Arte reciente, la artista vuelve a profundizar en el legado manual y el valor cultural de ciertas prácticas que devienen académicas.
El arte conceptual tomó el lenguaje y la fotografía como medios primordiales en sus diferentes manifestaciones. Como constata Steve Edwards en Photography out of Conceptual Art, en la documentación fotográfica derivada del eclecticismo disciplinar de este movimiento se cumplen una serie de preceptos restrictivos no escritos, como lo son los de no recortar, no editar, no posar, o la ausencia de color. Mediante estas particularidades que se perpetúan en las obras objeto de estudio, se ha querido mantener una ideología de la neutralidad donde estas imágenes se erijan como verdades incuestionables, quizá derivada de la falsa apariencia cromática del legado de la escultura y la pintura clásica, pero también reaccionaria a la hegemonía de la plástica visual de Greenberg imperante en los años de mayor ebullición del arte conceptual.
El componente manual es intrínseco al bricolaje de imágenes que antes mencionábamos como parte de la práctica fundamental de la artista. Habiendo sido formada como pintora en la facultad, toma mayor contacto con estas obras conceptuales canónicas durante sus estudios en la ciudad de Londres. El contraste con estas referencias artísticas, sin embargo, no la incita a dejar de utilizar la mano, ¿quizá sólo la animase a salirse menos de los márgenes de ciertas doctrinas imperantes? Como cuando somos niños, antes que dibujar o fotografiar, aprendemos a colorear. Pero el color también se ha asociado frecuentemente a algunas cualidades históricamente atribuidas a lo femenino: frente a la línea y lo incoloro atribuido a la razón y el pensamiento, el color se posiciona como lo superfluo, lo incontrolable, lo decorativo. El coloreado de la fotografía antigua se encargaba a mujeres. No es casual que Garrido se haya valido de obras a las que se le atribuyen raíces feministas, como las de Carolee Schneemann, Yoko Ono o Fina Miralles. Pero pinta también obras de artistas mujeres que denuncian conflictos raciales o bélicos frecuentes en los años sesenta y setenta, como Catalysis III de Adrian Piper o Mirror Performance de Yayoi Kusama. Al margen de la importancia de estos postulados, la artista nos invita igualmente a adentrarnos irónicamente en lo que se presupone superficial, mediante un vídeo editado con populares youtubers especializados en cosmética, subtitulado con eslóganes del texto Paragraphs on Conceptual Art de Sol LeWitt. Garrido renuncia al sonido en esta película, como lo hizo Bas Jan Ader con su llanto inconsolable en su obra I’m Too Sad to Tell You, fotograma que se reviste con acrílico en la presente exposición y que evoca la imagen en color de las películas de los años setenta.
Los registros sobre los que interviene la artista en esta muestra paradójicamente se materializaban en el “gelatin silver print”, cuando precisamente los artistas de aquella escuela intentaban alejarse del academicismo y las formalidades del arte moderno. Cuando se intentaba huir de la singularidad del objeto y de la mercantilización del arte, la objetualización en blanco y negro de estas acciones, instalaciones efímeras, vídeos o cualesquiera que hayan sido sus manifestaciones han acabado por convertirlos también en un fetiche, muy demandado por el mercado. Obras como las de Gordon Matta-Clark, Valcárcel-Medina, Mladen Stilinović o Vito Acconci que comulgaban con las incapacidades expositivas del circuito tradicional, han acabado en las paredes de instituciones y coleccionistas privados. En un uso irónico, la artista madrileña ha mantenido las dimensiones del formato original de las fotografías. Con este cuerpo de trabajo pictórico y postfotográfico, Garrido, acostumbrada a exponer los mecanismos de promoción y validación del objeto de arte, propone una nueva ontología de la imagen desde el respeto a las vanguardias conceptuales del siglo pasado, pero reflexionando sobre las prácticas expositivas consabidas.
En su tercera exposición individual en la galería The Goma, la artista reflexiona sobre las implicaciones ideológicas en el uso del color. A través de una serie de intervenciones en una selección de obras de la Historia del Arte reciente, la artista vuelve a profundizar en el legado manual y el valor cultural de ciertas prácticas que devienen académicas.